TOC AL MAR. Chiringuito Deluxe

Toc al Mar. Platja d’Aiguablava. Begur. Telf: 972 113232. Precio: 25 – 60 € por persona.

Nos acabábamos de enterar de que Santi y Sandra, los propietarios del restaurante Toc de la calle Girona (Barcelona), que regentaban también el Toc al Mar en Aiguablava, cerraban el establecimiento barcelonés para apostar al 100% por el “chiringuito”, que ya es uno de los sitios de moda entre los foodies catalanes. Pongo chiringuito entre comillas porque, si bien es cierto que se come a pocos metros de la arena de la playa, con el olor a mar y a brasa de fondo, la oferta y los precios poco tienen que ver con la de los típicos puestos playeros con sillas de plástico y música discotequera.

Se presentó la oportunidad perfecta para ir a probarlo durante el fin de semana y allá que nos lanzamos, un mediodía de julio, con la cala hasta los topes de gente, pero con la garantía de la reserva ya hecha. Como entrantes, no nos pudimos resistir a pedir las navajas. Porque aunque tenemos como referente las mejores navajas del mundo (en el bar del muelle de Aldán, en Galicia), éstas de Aiguablava… las hacen al horno de leña! Hay que probarlas. Carnosas, tersas, grandes y sin arena. Deliciosas. Igualando a las gallegas, o casi.

Aunque reconozco que tienen poco sabor comparándolos con otros frutos del mar, me vuelven loca las cañaíllas (caracoles de mar). Tanto como los caracoles de montaña. Estas texturas cartilaginosas me pierden: callos, tripas, oreja de cerdo, caracoles, mmmm… Además, aquí tienen el valor añadido de la leña y del acompañamiento con allioli o romesco. Una triunfada. Sólo el ritual de sacarlos de su concha con un palillo especial, quitarles la ‘tapita’ que tienen arriba de todo, mojarlos en la salsa y ensuciarse los dedos, ya vale la pena.

Hasta aquí, todo bien. Ahora viene la decepción de la comida. Después de oír hablar tanto de la Paella ‘Toc de Mar’ con gamba y pescado de roca, no nos podíamos quedar con las ganas. 52 €  dos raciones, o 26 una sola, como queráis, mal invertidos. Para empezar, nos llegó a la mesa templado, porque suponemos que calcularon mal lo que tardaríamos en comer los entrantes, antes de echar el arroz. Para seguir, el arroz estaba crudo. Le faltaban unos buenos minutitos de cocción y eso se sabe enseguida cuando el grano te cruje en la boca. Las tres gambas que coronaban cada arroz, deliciosas, sabrosísimas, jugosas. Ahora bien, el pescado de roca era simbólico: tres pequeños cuadraditos de pescado colocados sobre el arroz, muy escaso. Sin duda, nos equivocamos con esta elección.

De postres tomamos un Recuit de drap con miel. Correcto, aunque a 5€ la ración (no hay que olvidar que es un postre sin elaboración: poner el queso en el plato y echar miel encima). Nos sorprendió mucho el precio de la Fondue de chocolate con frutas, 8 € por persona.

Para beber tomamos un ribeiro, Viña do Avó, fresquito, que nos presentaron en una bolsa de plástico rígido, sobre una caja de cervezas Moritz, muy original y ‘chiringuitero’.

Ahora que sabemos lo que no hay que pedir, nos hemos quedado con muchas ganas de volver. El trato del personal es muy bueno y la ubicación, inmejorable. Si a eso le añadimos la oportunidad de comer pescado salvaje procedente de los pescadores de la zona y la cocina con brasas, no quedan dudas de que es una buena opción playera en la Costa Brava, tan complicada. Imagino ya un cabracho (‘escòrpora’ en catalán) a la brasa… ¡qué ganas!