La vietnamita. Comida barata, buena… aunque incómoda y muy rápida

La vietnamita.  Carrer del Torrent de l’Olla, 78. Barcelona. Telèfon: 93. 518 18 03. Precio: 12€.

Últimamente he dado a los restaurantes que he visitado esa segunda oportunidad que los grandes críticos gastronómicos nos solicitan en ocasiones a algunos blogueros aficionados. No ha sido premeditado, sino fruto de la comodidad y la casualidad. Y efectivamente, mi segunda comida en La Vietnamita ha sido mucho más positiva que la primera, aunque hay que matizar. Se trata de un local pequeño, en pleno barrio de Gracia (sí, se nota que tiro para casa), donde es fácil comer rápido y sabroso por poco más de 10€. Ahora bien, preparaos para una sesión de sado: levantarse tres veces para que tus compañeros de mesa (largas, de madera, con pequeños cubiletes como taburetes) pasen a su asiento, ir a buscar tu plato de comida cuando te llama el camarero, volverse a levantar a por la sal y a por una cuchara, colgar tu abrigo en un minúsculo espacio aceptando que te esté acariciando la nuca constantemente… Si estáis dispuestos a sufrir un poquito, esta puede ser una fantástica opción cuando tengáis poco dinero en los bolsillos y ganas de Vietnam.

En la ocasión anterior habíamos tomado una sopa que nos había dejado fríos. Sí, una sopa sosa, sin demasiada enjundia. Esta vez, en uno de esos deambules hambrientos que a mí tanto me desesperan, decidimos volver para probar el Phô, ese plato de sopa que en Vietnam se toma a cualquier hora del día para combatir… ¡el calor!  Tradicionalmente el caldo hierve durante más de seis horas para que todas las especias desprendan sus sabores. Mikel Iturriaga la recomendó en su día en 365 Bcn y también algunos blogueros gastro. Y sí, la sopa está muy buena. Los ingredientes: fideos de arroz, brotes de soja, albahaca, chili, caldo, cilantro, lima, cebolleta japonesa y trozos de ternera. Yo apuntaría que le faltaba un poco de sal y que el personal del restaurante debería avisar que pica, cuando se le pregunta expresamente por ello.

Antes habíamos probado unos rollitos vietnamitas. Sí, me repito. Siempre que los hay en un restaurante asiático, los pido. Porque me encanta el frescor de las hierbas mezclada con el langostino. Muy recomendables.

Para beber, miles de opciones, con o sin alcohol, más eco y caseras o más refrescos azucarados y latas de cerveza. Todo lo enlatado o embotellado, en unas neveras self-service. Pedimos una limonada de la casa “Detox Ginger Apple chan lemonade” (servida en un bote de rosca sin la tapa, muy de moda ahora) y un Bionade de saúco (qué sabor tan sorprendente, el saúco!).

En menos de una hora nos habíamos llenado el estómago y habíamos disfrutado con unos bocados de Asia. Así que si estáis por la zona ya sabéis. Y por cierto, había unos cuantos niños. En un pequeño espacio al lado de la barra caben un par de carritos. No es lo más cómodo del mundo, pero no está de más la información, para los ‘papis’.