La Cucina di Mamma

La Cucina di Mamma. Pérez Galdós, 30. Barcelona. Telf: 617.619.572. 15€/persona.

Pasando por esta callejuela del barrio de Gracia el visitante se ve sorprendido por un ambiente inesperado. De repente, como en una de las travesías del barrio latino parisino, poco tráfico y un par de restaurantes con terraza que animan la noche. Una de ellas es la pizzeria La Cucina di Mamma, difícil de encontrar en la red. Como diría Emilio Aragón “ha pasado tantas veces por quirófano que no la conocía”. Se ha llamado Estima’t, La boulangerie de Madon y no se cuantas cosas más, en los dos o tres últimos años. Ha cambiado de nombre cada vez que cambiaba de concepto gastronómico. Ahora es una modesta pero buena pizzeria – trattoria italiana de comida casera, con horno de leña (¡de los pocos del barrio!) regentada por Madon Goden, de padre italiano y madre israelí, que quiere trasladar la cocina de su infancia a este pequeñísimo espacio de Gracia. No tiene web ni perfil en redes sociales, pero sí una larga lista de clientes habituales que hace difícil encontrar mesa, sobre todo a finales de semana. Hay que currarselo. Por eso a las 9 en punto de la noche yo ya estaba guardando sitio, esperando el inicio de la función en una de las mesas de la terraza con velas y mantelería a cuadros rojos y blancos. ¡Bonito!

El espacio entre mesas es reducidísimo y la comodidad de las sillas no favorece precisamente la sobremesa relajada. Aún así, la comida, los precios y la atención del personal -con Roser ejerciendo de encargada- hacen que valga la pena la visita.

Pedimos tres pizzas a compartir entre tres. La ansiedad hambruna hizo que me olvidase de hacer la foto de la primera (todavía no tengo interiorizado lo de respirar hondo y disparar antes de hincar el diente, y eso que ya son unos cuantos años de blog, pido disculpas). Os aseguro que la Perugia, una cuatro quesos clásica, estaba riquísima, sin exceso de gorgonzola, que puede llegar a saturar.

Seguimos con una Pomodorini, con jamón, tomates cherry, rúcula y parmesano, a parte de la base de tomate y mozzarella. Muy sabrosa.

 Y acabamos con una Roma, de verduras -calabacín y berenjena-, muy buena, aunque la más sosa de las tres.

Todo aquí es casero. Así que resistirse a los postres es imposible. Compartimos una Tarta Caprese de chocolate y almendras, consistente al estilo brownie pero  muy  buena.

Y como no, un Tiramisú, presentado en vaso, con mucha más proporción de crema que de bizcocho (eché en falta más masa), pero riquísimo.

Una velada fantástica en la terraza, disfrutando de las temperaturas casi estivales de este “veroño” que nos acompaña. Habrá que ver como gestionan las mesas en invierno, ya que la mini – sala está invadida por el calor del horno de leña, muy presente en el espacio -como los troncos apilados en una esquina-. Investigaremos en unos meses, si es que algún día nos llega el frío. Nos ha quedado por probar la pasta fresca, artesana u otros platos estrella del restaurante, como la Lasaña o el Pollo al horno con patatas. Nos explica Roser que aquí todo es italiano, desde el producto que compran en Mammafiore, hasta el pizzaiolo, Roberto, y Cristian, el cocinero. Se nota.

Bonito…