MARTÍNEZ. El nuevo restaurante de guays en Barcelona

Cuando el camarero (propietario del restaurante) te atiende en la mesa con las gafas de sol puestas, puede deberse a varios motivos. O tiene conjuntivitis, el pobre, o te está faltando al respeto en un restaurante de guays… Esto último es más probable y lo que nos sucedió en el MARTÍNEZ.

Hace sólo unos días que está abierto, tiene unas vistas absolutamente impresionantes y ya hay algún blog gastronómico que lo vende tan bien, que decidimos ir a probar.

Es propiedad de Josep Maria Parrado (también dueño del Cañete) y está ubicado justo al lado del Hotel Miramar, en Montjuïc. Con una sonrisa profidén de escándalo, la camarera que nos recibe en la entrada (todas con camisa hawaiana) nos pregunta si queremos carta y buenas vistas o menú con todo incluido y vistas un poco peores. Primer punto negativo: depende de lo que comas y lo que gastes, tienes unas vistas u otras…  Preguntamos: ¿en qué consiste el menú, y en qué consiste la carta? ¿Lo podemos ver? Efectivamente, nos saca la cartulina, repasamos las dos opciones, y decidimos carta…

Nos sentamos en una de las mesas altas, con Barcelona a nuestros pies. Mar, puerto, teleférico, todo… Una auténtica gozada. Llega Parrado y nos pregunta que cómo conocemos el restaurante, teniendo en cuenta que acaban de abrir… Le explicamos que estamos muy bien informados y sonríe suspicaz. Insiste en que necesita saber cómo nos ha llegado la información y se lo explicamos, con un poco de agobio por la presión. Nos afirma que en el Martínez NO hay carta, que él nos cantará los platos. Le respondemos que acabamos de leer la carta en la entrada. Dubitativo, dice que no tienen suficientes ejemplares e insiste en que él nos explica los platos. Pero claro… no nos canta los precios.

Empieza a llegar la comanda. Ensalada de tomate con ventresca de atún. Muy buenos tomates. Poca ventresca. Precio (que descubrimos con el ticket), agarraos… 17 €.

Croquetas de jamón. Buenas pero sin más. Precio: no llega a 1,75 € la unidad (bien).

El Martínez es una arrocería, así que, arroz de segundo. Los hacen de mil y una maneras: del senyoret, valenciano (con pollo de corral, verduras y “garrofons”), con espardeñas, con bogavante… Y nos decidimos por el de ñora y pescado de roca (rubio o “lluerna” en catalán). El fumet tenía potencia, pero… el arroz estaba soso. Dudo que fuese cuestión de mala suerte, porque las tres mesas que teníamos al lado también se quejaron (a unos de ellos les invitaron incluso). Hay que tener en cuenta que están en sus primeros días, efectivamente. Pero… no me convence la excusa. Y es que, además, tenía una textura rara, un poco chicloso. Mis espías gastronómicos comentaron que igual era por el tema de las dos cocciones en los restaurantes. Yo no entiendo tanto de cocción arrocera (aunque soy valenciana, es mi padre quien hace las paellas en casa, y hasta para 200 personas), pero no estaba acertada. Precio: 21 € la ración.

Postre: Crema catalana. Buena. Precio: 5 €.

Nos impactaron mucho los precios de los vinos. Nosotros optamos por el Babau, un xarel·lo del Penedès a 16€, que NO nos cobraron, supongo que para comenpensar nuestra queja sobre el arroz. El resto de referencias eran desorbitadas. Un ejemplo: el Zutanita (rosado, Cuvée 3000) costaba 26 €! Sólo una comparación: en el Mon Bar, que no se caracteriza por reventar precios del vino, el hermano tinto de éste (el Fulanito) sale a 17€. ¿Tomadura de pelo? Fuera del Babau que tomamos, el resto de opciones están entre los 20 y tantos y los 85 euros la botella.

Sin contar el vino, esto fue lo que pagamos entre 3 personas…

¿Me estaré poniendo demasiado exigente? No. Simplemente, no quiero que nos engañen, no me gusta. No se si los otros bloggers / periodistas van invitados. Yo no.